Pocos
datos se conocen de los primeros años de infancia y juventud de Goya, o al
menos son en muchos casos confusos. Una de las clásicas fuentes a las que se
accede para conocer aspectos de esta etapa de la vida del artista es la obra de
D. Martín Zapater, quien fuera un condiscípulo de Goya en la Escuela Pía de
Zaragoza y a la que ambos fueron de niños. Una amistad de toda la vida, la cual
conocemos por la correspondencia entre ambos.
Goya
solo estuvo en su ciudad natal de Fuentedetodos los años de su niñez,
posteriormente se trasladó a Zaragoza a trabajar en el arte de la pintura. La
obra de Zapater ofrece una recopilación de recuerdos que algunos vecinos de
Goya conservaban del pintor y su familia, producto de una visita que realizara
al pueblo y a la casa del artista durante la preparación de su libro:
«Refieren, sí, estos ancianos, que
Goya era travieso é inquieto cuando chico; que
borroneaba figuras, y que pintó en
la Capilla de las Reliquias unos cortinajes al fresco,
y después al óleo en las puertas
del retablo, la Venida de la Virgen del Pilar; que en
1808 mientras
su permanencia en el lugar, durante el segundo sitio que sufrió Zaragoza,
era sordo y le hablaba por señas
un criado que trajo, haciendo uso de un abecedario
que todavía imitan. Mencionan
también que al ver Goya la pintura del referido
altar exclamó: No digáis que eso lo he pintado yo; pero ninguna memoria hacen estos
modestos aunque exactos testigos
de un acontecimiento que debió haber dejado
huella en el hogar: y contestes se
hallan en asegurar que Goya dejó a Fuendetodos,
porque en él nada podía aprender ya como pintor.»
Después
de la estancia en Zaragoza donde llegó a ser discípulo de D. José Luzán,
formado en la Italia manierista, y de otra breve estancia en Madrid, Goya se
marcha a Roma probablemente en el año 1770 todavía muy joven y allí alcanzará
en 1772 con seguridad el segundo premio de un concurso de la Academia de Parma
con su cuadro "Aníbal contemplando desde los Alpes la campiña
italiana".
A su
vuelta a Madrid se observa como Goya, un joven cercano a los treinta años,
realiza una serie de obras que no alcanzarían un mérito excepcional pero si
llamaría la atención de los pintores del momento. Por las cartas a Zapater se
confirma como el artista tenía encargos en Zaragoza y su trabajo con Francisco
Bayeu, pintor zaragozano reconocido en la Corte y de estilo académico.
En 1775,
Goya junto a otros artistas son llamados a la Corte para el encargo de cartones
que sirvieran de modelos a la Real Fábrica de Tapices. Al año siguiente Goya
entregaría el primero de ellos, La
merienda, y así hasta llegar hasta cuarenta y cinco cartones donde
representaba escenas populares al aire libre, el pueblo con sus mejores trajes
de manolos, de majas y de chisperos. De esta forma entra por primera vez a los
palacios españoles como elementos decorativos esta temática representada.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjcZ93UyIbZHKpJhC8_qmWPoRAE0x6yvBgrkDr5YyLSxIzgWtmkaqymk4MXdAJfGl7G25ADQBUwrKkWyKynvq9_M8Y4EgobO9Qi5six6gSApVoOTW4FI9OI-NG_Kl-OfeXYdbFXDjpgehUD/s1600/cfdb79df25.jpg)
De esta
manera Goya comenzaba a ser conocido. En 1777 aparece casado con Josefa Bayeu,
hermana del famoso pintor Francisco. Al año siguiente ya padre de un hijo
varón, Goya consigue ver por primera vez las colecciones de pinturas que habían
estado distribuidas en el Buen Retiro, San Lorenzo del Escorial, San Ildefonso,
Aranjuez, la Casa del Campo, la Zarzuela, entre otros. Por orden de Carlos III
se reunificaron todas en el Palacio de Madrid. En la colección se encontraban
obras de Tiziano, Rubens, Van Dick, Durero, Murillo, pero Goya entre tanta
producción pictórica vino a fijarse en la obra de Diego Velázquez, de la cual
realizara una serie de grabados y en una carta a Zapater se refería a ellos de
esta forma:
«Querido Martin.
Con Antonio Ibañez te embio un
Juego de las obras de Belazquez que he grabado
que ya sabrás que tiene el Rey; no
te las he embiado antes por qe no se supiera qe
aqui he tenido mil enredos con
ellas, enfin chiquio estímalas que conforme bayan saliendo
te las enviaré. Sabatini se me
echó sobre unos guapos borrones qe tenia y ya
los abia destinado y no hibas mal
librado y me he quedado en pelota, aquel que tenia
antiguo del bayle también si lo
quieres lo pondrás en un rinconcico qe por inútil se
quedó y bete á la m qe me haces
hablar mas qe si fuera cosa qe lo baliera.
tuyo y retuyo
En el año 1979 se presenta a la familia real y
describe este momento a través de otra carta, donde expresaba lo siguiente:
«Querido Martin: No te pude
responder á lo que me preguntabas por no tener
tiempo. El borroncico que tu
tienes es de Francisco (Bayeu) la invención y miala execucion
y todo importa tres caracoles que
no merece la pena de que sea mió ni tuyo,
no vale ni un cuerno.
Si estubiera mas despacio te
contaría lo que me onró el Rey y el Principe y la
princesa que por la gracia de Dios
me proporcionó el enseñarlas cuatro cuadros, y les
besé la mano que aun no había
tenido tanta dicha jamas, y te digo que no podia desear
mas en cuanto á gustarles mis
obras, según el gusto que tubieron de verlas y las
satisfacciones que logré con el
Rey y mucho mas con sus Altezas y después con toda
la grandeza, gracias á Dios, que
yo no merecía ni mis obras lo que logré. Pero chiquio
campicos y buena vida, nadie me
sacará de esta opinión y mas que ahora empiezo á
tener enemigos mayores y con mayor
encono.
á Dios tu siempre
GOYA.»
El 7 de mayo de 1780 fue nombrado
académico de la Real de San Fernando y en 1781 forma parte de un concurso
importante y le escribe a Zapater lo siguiente:
«Amigo,
llegó el tiempo de el mayor empeño en la pintura que se ha ofrecido en
Madrid,
y es que á competencia a determinado S. M. que se hagan los quadros para la
iglesia
de San Francisco el Grande desta Corte, y se a dignado el nombrarme á mí,
cuya
carta orn. el Ministro se la embia oy á Goicoechea para que la enseñe á esos
biles
que
tanto han desconfiado de mi mérito y tu la llevaras adonde conozcas que has de
acer
fuego que ay motivo para ello, pues Bayeu el grande aze también su cuadro,
Maella
también ace el suyo y los demás pintores de cámara también acen: en fin esto
es
una competencia formal, pues parece que Dios se a acordado de mi, y tengo
esperanzas
de
que sea todo en felices resultas después de echas las obras. El tamaño del
quadro
es nueve baras castellanas de alto y la mitad de ancho, es tamaño natural:
Como
tan interesado en mi bien tu sabrás el uso que debes hacer de esta noticia, y
los
porrazos que puedes dar.»
En
enero de 1783 se colocan en la iglesia de San Francisco el Grande los cuadros
de los pintores del mencionado concurso en espera de que la Corte los viese.
Un
elemento a destacar es que hasta el año 1783 con apenas treinta seis años, Goya
no había hecho un solo retrato saliente, ni en que luciera las cualidades que
le colocarían años más tarde en uno de los mejores retratistas del mundo.