Los primeros autorretratos de Goya son del momento de su casamiento, uno de ellos y considerado el primer autorretrato conocido del autor es el de la colección Marquesa de Zurgena de Madrid, con la consideración de que estamos ante un retrato de novio. Representa la cabeza y parte del busto del joven artista. Un elemento destacado es esa oscuridad que Goya utiliza para resaltar los claros y rodearlos de atmósfera y misterio, elemento que oculta de cierta manera la cabellera suelta del artista.
Otro de los cuadros que más interpretaciones a dado es el cartón de La novillada, donde se ha repetido tradicionalmente que Goya fuera el torero vestido de color salmón. El propio artista explicaba esta escena de la siguiente manera: "Dos jóvenes jugando con un novillo, el uno en ademán de ponerle un parche, detrás de estos otros dos en postura de sortearle". Este cartón fue pintado para un tapiz destinado al dormitorio de los Príncipes, del Palacio de El Pardo. Goya tiene unos treinta y tres años al pintar este cartón, ese mismo año de 1780 ingresaría como miembro en la Real Academia de San Fernando.
Goya será uno de los afortunados en hacer una de las pinturas de los altares de la iglesia de San Francisco el Grande, le tocó representar el tema de San Bernardino de Siena predicando al rey Alonso de Aragón, estuvo trabajando en este lienzo hasta 1783 y un año después los cuadros se descubrieron al público. El Rey y la corte se inclinaron abiertamente por Goya, quien se autorretrata en el borde derecho de la tela, mirando hacia el espectador y no hacia el predicador como el resto de los personajes, una imitación de Velázquez en el supuesto autorretrato de "Las Lanzas".
En el autorretrato del Museo de Agen vemos ya un cambio con respecto a los anteriores, con un precedente en un dibujo al lápiz blando, que después de haber pertenecido al hijo del pintor y a su nieto, pasó a Vcente Carderera, pintor e historiador aragonés, cuy familia lo vendió a un coleccionista particular de Estados Unidos. Se observan diferencias en el dibujo con respecto al cuadro, y es que en el primero no se acusa tanto la intención de Goya de imponerse al espectador, la postura es menos dominante. Su mirada suavemente desconfiada carece de la penetración del autorretrato final de Agen. Hay pues claras diferencias entre los dos autorretratos, pintado y dibujado, aunque suelan relacionarse.
En este mismo momento se atribuyen otros dos cuadros en los que el pintor se introduce con el deseo de entrar en la alta sociedad del país. El primero de ellos en el retrato de Floridablanca, con una composición centrada en una figura protagonista vestida de rojo vivo con cierto aire despótico y distante, mirada al frente en el momento en que dos artistas domésticos le presentan sus obras, que no parecen interesarle demasiado. Goya que se adelanta presentando un cuadrito enmarcado, quizá la propia cabeza del ministro ya que en una carta a Zapater le dice: "En esta jornada he hecho la cabeza para el retrato del Sr. Moñino en su presencia y está muy contento, ya te escribiré lo que resulte".
El segundo de los cuadros es el de la Familia del infante Don Luis, hermano de Carlos III, que vivía exiliado en el pueblo abulense de Arenas de San Pedro, Goya tenía un cuñado que trabajaba en casa del Infante y pudo intervenir en que el Infante y su mujer llamasen a Goya a Arenas para que retratase a toda la familia. Es posible que también influyera en la llamada don Ventura Rodríguez, arquitecto del Pilar y del Infante. Goya pasó cuatro semanas en el pueblo realizando el cuadro donde los personajes aparecen dedicados a sus actividades cotidianas como sin darse cuenta de que los están pintando. El único sentado, aparte de los cónyuges es Goya, en un taburete tan bajo que parece estar de cuclillas con pincel y paleta en manos.
Como vemos en ambos ejemplos la cabeza de Goya aparece de perfil, mirando hacia el fondo derecha, si en ellos no se planta cara al público no deja de entrometerse, casi de igual a igual, en la intimidad de los grandes de este mundo.
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