En 1763 el joven Goya se presenta al concurso trienal convocado por la
Real Academia, constituyendo este el primer contacto con dicha institución, un
concurso que no pudo ganar al ser Gregorio Ferro el que logra obtener la
pensión para Roma. Años más tarde vuelve a presentarse al concurso de la
Academia nuevamente sin lograr éxito ya que su estilo no es apreciado por el
jurado que otorga el premio a Ramón Bayeu.
Después de un tiempo apartado de la Academia, el 7 de mayo de 1780,
ingresa como Académico de Mérito, pintando con tal motivo su Cristo crucificado,
un cuadro en el que supo conjugar los modelos clásicos de Mengs y Bayeu y el
concepto nuevo de realismo religioso con su conocimiento de la anatomía y la
belleza del cuerpo unido a la tradición barroca española por medio de
Velázquez.
El 5 de junio de 1785 Goya es nombrado Teniente Director de Pintura: "Después de leído el acuerdo anterior, di
cuenta de una carta del Sr. Protector, en que me decía cómo S.M. había elegido
a D. Francisco de Goya por Teniente Director de Pintura, conformándose con la
propuesta a favor de éste en primer lugar que la Academia le había hecho. Se le
mandó dar la posesión, y habiendo entrado en la Sala recibió las enhorabuenas,
y dio muchas gracias a la junta por lo que le había favorecido".
Goya durante su etapa de profesor en la Academia (1785-1797)va a sentir una gran preocupación
por el problema de la enseñanza de la pintura, en muchas ocasiones tenía que
dejar sustitutos porque sus obligaciones y la sordera que le provocó una grave
enfermedad en 1792 le impedía impartir clases. En este contexto Goya plasmará
su ideal estético y defiende la libertad de ejecución del artista: "...
las Academias no deben ser privativas ni servir más que de auxilio a los que
libremente quieren estudiar en ellas, desterrando toda sujeción servil de
Escuela de Niños, preceptos mecánicos, premios mensuales, ayudas de costa y
otras pequeñeces que envilecen y afeminan un arte tan liberal y noble como es
la Pintura ....". "No hay reglas en la Pintura ( ... ). La obligación
servil de hacer estudiar o seguir a todos por un mismo camino es grande impedimento
a los jóvenes que profesan arte tan difícil".
Goya en los años sucesivos seguirá unido a la Academia como Director de
Pintura un par de años, posteriormente como Director honorario de la Academia,
además participaba en las exposiciones anuales que organizaba la institución
como parte del programa cultural de la Academia en Madrid, teniendo en cuenta
que en aquella época no existía un museo de arte abierto al público.
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