El retrato de Maria
del Rosario Fernández Ramos, llamada la Tirana, fue un cuadro regalado a la
Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid en el año 1816 cuando Goya
tenía unos setenta años. Esta obra constituye la primera de Goya que ingresa en
la Academia con el fin de iniciar un
conjunto único de colecciones del
artista.
El retrato fue
un regalo de la sobrina Teresa Ramos a la institución acompañado de una carta de
entrega para Martín Fernández Navarrete, secretario de la Academia. Estamos en
un período en el que España se encuentra bajo el mando de Fernando VI, una
época marcada por la represión política.
La Tirana fue
una excelente actriz dramática y muy reconocida en su época, en Barcelona
recibe en 1780 una orden que le permitía incorporarse a los teatros de Madrid
como una actriz sobresaliente. Muy conocida es la amistad que existía entre
esta y la duquesa de Alba quien le favorecía con trajes de vestuario y conocimientos
de interpretación, de esta forma la Tirana se incorpora al grupo de
protegidos de la aristocracia al igual que los músicos, toreros y literatos.
Cansada y enferma se retira de la escena hacia el año 1794 y muere en 1803 en
su domicilio de la calle Amor de Dios de Madrid
.
El retrato de la
Tirana ha sido objeto de discrepancias en cuanto a la falta de acuerdo entre
los estudiosos sobre la fecha de ejecución del mismo. La intención de pintar
dicho retrato posiblemente fuera simbólico por la importancia del personaje en
la época. Es llamativo el tamaño del cuadro, la postura de la representada y el
fondo de jardín, todo ello para representar a una actriz del teatro de la
época.
Estamos en un período en el que hay una transformación en el mundo del
teatro donde las obras teatrales ya se representan en edificios cerrados donde
adquiere importancia la iluminación y el decorado todo ello con el fin de
ofrecer más credibilidad al público. Se vuelven a permitir los bailes de
máscaras aunque la fiesta de los toros seguía siendo la mayor diversión
española.
En este panorama
de interés teatral se mueve Goya durante su estancia en Madrid, no se conocen
datos de las preferencias teatrales de Goya, pero sí de su afición al canto y
especialmente a la música popular, muestra de ello sus alusiones en las cartas
a Zapater.
El retrato de la
Tirana tiene unas peculiaridades que le hacen ser destacado, su gran tamaño, la
representación de la figura de cuerpo entero y de pie, algo reservado en Goya
para los aristócratas, personajes políticos de relevancia o familiares próximos, además de la elegancia distante de la moda afrancesada en contraste con su postura chulesca con un brazo en la cadera.
En resumen vemos a una actriz de gran fama y admiración en su época representada por Goya de una manera peculiar y que será un claro ejemplo de su arte de finales del siglo XVIII.
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